martes, 22 de septiembre de 2009

Evidente



Calibraba las palabras en su mente,
palabras hirientes; letales proyectiles
cargados uno a uno, a sabiendas de las consecuencias.
Secreto a voces;
pensamientos ya inhumanos
agazapados tras el seguro del arma…

Se deslizaban sutilmente
los irónicos ríos bermellón.
Indagantes, tanteaban el rojizo del suelo,
trazando la obvia trayectoria
hasta el ensangrentado cuerpo
contiguo al regazo de su asesino…

El descontrol explotó en su cabeza;
pupilas minúsculas, fugitivas del enfoque;
apretados dientes que crujían
la desesperación de su agitado pecho.
Abrazó el cadáver, y dejó caer los últimos vestigios de su penuria;
La decisión era inminente…

Su vida era un error, miles de vivencias
desembocadas en el equívoco del destino;
pero cargar con el peso de la muerte era ya demasiado.
Una vez más, cegado por su fiebre taurina,
tomó el arma y apuntóse sobre la sien izquierda…
Miró fijamente el rostro que sujetaban sus temblorosas manos;
aquel que conocía desde el comienzo de su existencia.
El petrificado cuerpo yacía sobre sus brazos;
descansaba en silencio su ente de mayor confianza,
su víctima.

Consecuente a su postura,
se aferró a su único escape confiable…
El gatillo era amenazado por el índice inseguro de aquel chico fuera de si.
Lentamente comprimía la desesperación y la incertidumbre,
hasta que se desplomaron en un estallido
todas las ilusiones de corregir su precipitada decisión

El bronce se incrustó en su cabeza,
pero en esta ocasión, sólo sacudió sus pensamientos.
El dolor calcinó sus venas
mientras teñía nuevamente la tenebrosa habitación
a goterones del impactante carmesí…

… Era evidente, nadie puede morir por segunda vez…

Günther Semler 17/09/09

No hay comentarios: